domingo, 19 de diciembre de 2010

Que le echo de menos:$

El tiempo parece pararse, y la sensación de dolor vuelve a atraparme como la última vez que me despedí de ti... no puedo con ese pellizco que aprieta mi estómago. Llueve y no sé si es la lluvia o mis ojos llorosos lo que moja mi cara. Y te confieso que he llegado hasta aquí buscándote de nuevo, sin guardar distancias de seguridad, sin refugios para esta tormenta. No quiero volver a ver cómo te marchas a los lejos. Sin poder darte un abrazo y un “hasta dentro de un tiempo, cuando creas que me echas de menos"...
¿A qué se le llama echar de menos a alguien? Una pregunta tan común, como el dolor de que no estés. Pero en realidad, ¿por qué te echo de menos? Si los besos, las caricias, los abrazos... son universales, si puede otro cuerpo compartir conmigo su esencia, si pueden otros ojos mirar fijamente a los míos, si pueden otras manos acariciarme, tocarme y abrazarme. Puede otra risa ser mi humilde melodía. Y el hueco de mi cama ya está hecho a cualquier piel, si tu aroma se lo pueden vender a cualquiera y al olerla recordarme a ti. Si las noches pueden ocultar otros rostros y pensar que eres tú. Podría seguir haciendo una infinita lista de mentiras. Pero lo cierto, es que llegamos a conocernos y querernos tanto que se soldaron los huesos de tu mano a la mía y ya no hay quien te reemplace. Es lo que hace que nuestras almas se complementen hasta el punto que no hay otra que me haga sentir esa sensación que me hace ser capaz de querer verdaderamente, siendo la debilidad que me muerde si no estás presente y siendo la fuerza que me hace depender de esa energía si te tengo, creo que ese alguien que me puede entender eres tú.
Sonrío, porque tú ya no me importas, porque intento ser feliz, porque ya nada me hace reír, porque tú ya no estás, porque todo me da igual.
Río por no llorar.
Bésame a destiempo, sin piedad y en silencio. Bésame, frena el tiempo, haz crecer lo que siento. Bésame como si el mundo se acabara después y beso a beso pon el cielo al revés. Bésame sin razón, porque quiere el corazón.
Desde que te olvidé no me he vuelto a acordar de ti. Esta frase, que a primera vista parece completamente absurda e irreal, lo refleja todo. Entraste en mi vida una mañana cualquiera, por la tarde ya estaba adorándote, por la noche deseándote... Sabías hacerme reír, sabías sorprenderme, y sobretodo, sabías como empujarme a mirarme a mí misma, a lo simpática que era yo también, a mis sutiles intentos de seducirte, a mi forma de mirarte directamente a los ojos llena de lujuria. Te convertiste en alguien imprescindible para mí. No me imaginaba un mañana. Eso es muy difícil. Es mucho más fácil hacer miles de planes futuros absurdos, te lo aseguro. Es más fácil hacer pensar en el futuro que congelar el tiempo.
Últimamente me he sentido diferente,
como si viniera de otro planeta,
y sé que me falta algo.
Respecto a ti, no te puedo sustituir por nada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario